Lo cierto es que nos dio un poco de repelus el seguir a aquel coche por detrás del cementerio,pero como casi siempre las apariencias engañan,y Jose Antonio resulto ser un hombre generoso hasta los extremos.Sacó su yegua de una cuadra y las ovejas de otra,y las soltó a un prado nos preparó las cuadras, la comida de los caballos, avena y paja, y ademas no quería cobrarnos nada argumentando que cuando de joven iba a la romería de Menasalvas,siempre alguien le dejaba una cuadra o cercón. De hay fuimos a el restaurante de Juanma ,donde tiene los alojamientos,otra gran persona, otro regalo de la suerte de la vida en este viaje.Cañas con el cuchillas y con una visita,El Milano y Antonia con su rapaz.Cenamos en familia y cuando se fueron ,nos acostamos.Fue curioso la diferencia de sensaciones,para la visita solo estaban a hora y media de su casa, pero siendo nosotros del mismo pueblo sentíamos que estábamos a tres días.
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